Nació
en Milán, Italia, en 1905.; falleció
el 15 de mayo de 1999 en México, D.F.
Categoría: Honorario. |
Gutierre
Tibón
El 15 de mayo de 1999, a los 94 años de
edad, el doctor Gutierre Tibón dejó
de escribir. Un paro cardiaco fue lo único
capaz de detener sus investigaciones, las cuales
se centraron mayormente en la historia de México,
país que lo acogió en 1949, pues
el doctor Tibón nació, para sorpresa
nuestra, en Milán, Italia, en 1905.
«En el ombligo de la luna». Dueño
de una «erudición casi ilimitada»,
según palabras de Jacques Soustelle, hizo
sus estudios elementales en Suiza (lugar donde
inventó la máquina anteriormente
mencionada), escogió a México como
su residencia y se identificó a tal grado
con su idiosincracia, su historia y costumbres
que muchos lo suponen mexicano de nacimiento.
Apasionado del significado de los nombres y su
origen, cuenta que cuando hace mucho tiempo supo
que México significa en náhuatl
«en el ombligo de la luna», quiso
descubrir la raíz de tan «peregrina»
como él la llamaba denominación.
Resultó que de peregrina no tenía
nada y sí, en cambio, logró atrapar
al investigador en la magia de los símbolos
mexicanos. También lo condujo a desentrañar
el origen de otros nombres. Como el suyo, Gutierre,
el cual tiene para nosotros resabios de apellido.
La explicación de dicho fenómeno
se encuentra en su Diccionario etimológico
comparado de nombres propios de persona, quizá
la mejor obra en su género. Este libro
consigna el significado de la mayoría de
los nombres usados en México.
Así encontramos que Gutierre es germánico,
Walthari, de walt o wald, «mando, gobierno,
poder» (confróntese alemán
walten, «disponer, dirigir, mandar»);
hari, «ejército» (confróntese
alemán heer). Así, Gutierre es «el
ejército del mando», «las huestes
del poder». En italiano Gualterio; en francés
Gautier, en alemán Walter, en inglés
Walter o Walt.
Igualmente, el origen de su apellido está
explicado en su Diccionario etimológico
comparado de los apellidos españoles, hispanoamericanos
y filipinos, libro prácticamente extinto,
pues no se ha vuelto a reeditar: Tibón,
plural de tibn, «generoso, dadivoso, liberal,
lobo, la más grande de las copas, que alcanza
a apagar la sed de veinte personas».
Los ibn Tíbón, también llamados
ibónidas, son una dinastía de médicos,
sabios y traductores originarios de Granada. En
el siglo XII, a consecuencia de las persecuciones
anticristianas y antihebreas de los fanáticos
almohade, su fundador se refugió en Provenza.
«El que flechó el cielo». Antes
de llegar a América, Gutierre Tibón
había ya hecho mucho ruido en su natal
Italia por sus disertaciones respecto a los orígenes
de la lengua y la historia italianas. Pero su
llegada a México le cambió el destino
cuando decidió quedarse en este país
para el cual resultaron fundamentales sus investigaciones
sobre la historia antigua de Mesoamérica.
En 1975 escribió Historia del nombre y
de la fundación de México. Obra
clave para entender y conocer el origen y el misterio
de las leyendas y mitos indígenas, principalmente
toltecas y mexicas. Su brillante disertación
sobre la magia prehispánica se inicia con
el capítulo titulado «Aventuras de
los aztecas en el más allá».
En un estilo suelto y amigable, don Gutierre nos
cuenta sobre el poderoso señor Moctezuma
Ilhuicamina, huey Tlatoani bisabuelo del Moctezuma
que gobernaba a la llegada de Hernán Cortés,
el cual, habituado a escuchar desde la infancia
las narraciones de los ancianos, se impresionó
al saber que en la antigüedad existió
otro gran señor llamado Ilhuicamina, «el
que flechó el cielo».
Lo interesante era que este primer Ilhuicamina,
al igual que el flechador griego Sagitario, se
dio el lujo de herir el firmamento para quedar
dibujado en la bóveda celeste como una
de las constelaciones.
A causa de esta historia Moctezuma Ilhuicamina
segundo expresó su curiosidad por saber
cómo era Aztlán, la tierra de donde
decían venir sus antepasados. Hizo traer
ante su presencia al anciano Cuauhcoátl,
cuyo nombre quiere decir águilaserpiente,
y le preguntó: «Mucho querría
saber qué memoria tienes en tu historia
de las siete cuevas donde habitaron nuestros antepasados».
El tlamatini o sabio, sin dudar le contestó:
«Nuestros padres moraron en aquel feliz
y dichoso lugar que se llama Aztlán en
que hay un gran cerro en medio del agua que llaman
Culhuacan. En este cerro había unas cuevas
donde habitaron nuestros padres por muchos años».
Pero la pasión por el tema central de su
vida, es decir, México, abarca una larga
lista de obras. En 1966, en asociación
con Eduardo Weinfield, inició la Enciclopedia
de México, en sus primeros tres tomos.
Su deseo era reunir en una sola obra todo el conocimiento
sobre el país que tanto amaba.
In memoriam. Del prolífico investigador
sus críticos y amigos dicen que «De
haber vivido en una etapa histórica anterior
habría sido el sabio y hábil chamán
de alguna tribu, conocedor amplio de las mitologías,
escrutador de las señales y símbolos
de toda clase, el implacable encargado de hacer
cumplir los ritos de pasaje, el hombre que ve
el pasado y el presente e intenta otear el futuro.
No fue tal su destino sino el del erudito y ameno
investigador que escogió a México
como su segunda patria...»
Sobre este punto, el mismo Gutierre Tibón
dice en el prólogo a su conocida obra El
ombligo como centro erótico: «Mi
obra como escritor, durante casi ocho lustros,
no ha sido de imaginación sino de investigación;
por temperamento, o por comulgar con la tendencia
manzoniana, no he tratado temas escabrosos: lo
que no significa que atribuya falta de ética
a los buenos escritores que tienen el valor de
decir descarnadamente hechos humanos de esa índole.
No creo haberme salido de mi línea al revelar
la verdad sobre las estatuas de la isla de Pascua
o sobre las figuraciones plásticas de la
pubertad femenil en la América precolombina.
Sólo hipócritas o espíritus
mezquinos pueden ver en las relaciones mágicas
de hombre y naturaleza concepciones cósmicas
de hondísimas raíces algo que hay
que callar u ocultar.»
Entre los libros que destacan de su vastísima
producción están: Introducción
al budismo (1957); América. Setenta siglos
de la historia de un hombre (1945), Aventuras
de Gog y Magog (1946), Origen, vida y milagros
de su apellido (1946); Diccionario etimológico
de los nombres propios de las personas (1956),
Pinotepa Nacional. Mixtecos, negros y triquis
(1961), Mujeres y diosas en México (1967),
El mundo secreto de los dientes (1972); El jade
en México: el mundo esotérico del
chalchihuite (1983), La ciudad de los hongos alucinantes
(1983), Los ritos mágicos y trágicos
de la pubertad femenina (1984), entre otros.
En 1946 la UNAM le otorgó el doctorado
honoris causa. En 1987 obtuvo el Premio Internacional
Alfonso Reyes y en 1989 la medalla del Instituto
de Investigaciones sobre el Hombre.
Al momento de su muerte dejó tres libros
más en preparación. Activo hasta
el fin, no tuvo sin embargo el reconocimiento
de la gente de México. Muy pocos funcionarios,
amigos e intelectuales lo acompañaron hasta
su última morada en el panteón de
Acapatzingo, en Morelos, donde también
reposan los restos de sus padres y hermanos.
Pero su legado permanece. Sus obras están
ahí, a la espera de nuevos investigadores,
curiosos y entusiastas que deseen continuar explorando
el pasado y el presente de una nación tan
rica y compleja como la mexicana. Beatriz Meyer
http://www.pri.org.mx/publicaciones/examen/numeros/1999/116/comentario.htm
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