Nació en Durango, Dgo., y murió
en la ciudad de México (1829-1869). |
Francisco
Zarco
Periodista. De manera autodidacta estudió
idiomas, historia, derecho y otras ciencias sociales.
En 1844 entró a trabajar como meritorio
en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Cuando
el gobierno mexicano debió marchar a Querétaro
(octubre de 1847), tras la invasión estadounidense,
Luis de la Rosa, ministro universal, lo nombró
oficial mayor de las cuatro secretarías
que componían el gabinete de Manuel de
la Peña y Peña. El presidente Pedro
María Anaya lo designó oficial mayor
interino de la Secretaría de Relaciones
Exteriores (noviembre de 1847 a junio de 1848).
En 1849 colaboró en El Álbum Mexicano
y en 1850 redactó y publicó El Demócrata,
del que aparecieron 103 números, hasta
que fue encarcelado por sus críticas a
Mariano Arista. En 1851 presidió el Liceo
Hidalgo, publicó La Ilustración
Mexicana, redactó El Presente Amistoso
Dedicado a las Señoritas Mexicanas y fue
elegido diputado suplente por Yucatán.
El primero de enero de 1852 empezó a escribir
en El Siglo XIX bajo el pseudónimo de Fortún.
Entre mayo y junio fue uno de los redactores del
periódico Las Cosquillas y Arista, ya presidente,
pretendió enjuiciarlo pese a su fuero de
diputado, lo que obligó a Zarco a ocultarse
hasta diciembre, cuando el Congreso emitió
un segundo dictamen absolutorio. El 30 de abril
de 1853 se convirtió en editor responsable
de El Siglo XIX, cargo que ocuparía hasta
su muerte. Durante la dictadura del último
periodo santanista se le impusieron varias multas,
fue obligado a no publicar editoriales y para
preservar la vida del periódico lo limitó
a la mera reproducción de partes del gobierno
y noticias generales. A la caída de su
Alteza Serenísima insertó en el
diario el Plan de Ayutla, cuando la guarnición
capitalina todavía no decidía apoyar
la revolución encabezada por Juan Álvarez.
Se opuso a que se tomaran represalias contra los
órganos conservadores y defendió
su derecho a la libre expresión. En 1856
fue elegido diputado por Durango al Congreso Constituyente,
donde ocupa 150 veces la tribuna y es, simultáneamente
el cronista más puntual de esta asamblea,
en la que defendió su derecho a elaborar
una nueva Norma Fundamental y no simplemente a
reformar alguna de las anteriores, logró
que se garantizara la gratuidad en la impartición
de justicia, que se entendiera la libertad de
imprenta como “la más preciosa de
las garantías del ciudadano” y evitó,
siempre que pudo, que se pusieran taxativas a
los derechos individuales. Abogó por la
tolerancia en materia de cultos, se opuso a la
supresión del Senado, pugnó por
el federalismo y, por el voto unánime de
sus colegas, redactó y leyó el Manifiesto
a la Nación que precedió a la nueva
Constitución. Después del golpe
de Estado de Comonfort, Zarco decidió no
tratar asuntos políticos para proteger
a su periódico, pero ante la hostilidad
de los conservadores, el 29 de enero dejó
de ser editor responsable y perseguido por los
golpistas decidió ocultarse y publicar
el Boletín Clandestino. Como respuesta
a los asesinatos ordenados por Leonardo Márquez
el 11 de abril, Zarco publicó, también
desde su escondite, el folleto Las matanzas de
Tacubaya. En esa rigurosa clandestinidad, sirvió
en la capital en diversas misiones al gobierno
de Benito Juárez hasta que el 13 de mayo
de 1860 fue aprehendido y torturado. Durante siete
meses de encarcelamiento estuvo reducido a una
pequeña celda donde contrajo la tuberculosis.
Con las fuerzas liberales en la capital, salió
de prisión el 25 de diciembre de 1860.
De inmediato editó un Boletín de
Noticias que dejó a Pantaleón Tovar
al volver a la dirección del Siglo XIX.
Se opuso también al destierro dictado contra
varios obispos y exigió que se les sometiera
a juicio para aplicar el principio de igualdad
ante la ley. El 12 de enero de 1861 fue nombrado
secretario de Relaciones Exteriores del gabinete
juarista, puesto que asumió el día
21 y después se encargó del despacho
de Gobernación. Instituyó como día
de fiesta el 5 de febrero, día de la Constitución;
expidió la Ley de Secularización
de Hospitales y Establecimientos de Beneficiencia
y la disposición que impedía al
Estado intervenir en la administración
de sacramentos; levantó el estado de sitio
y expidió una nueva ley de imprenta. El
9 de mayo de 1861 dejó el gabinete. Fue
elegido diputado a la segunda Legislatura pero
no pudo ocupar su curul. Nuevamente diputado en
1863, salió de la ciudad de México
con el gobierno juarista y fundó en San
Luis Potosí, el 15 de junio de 1863, La
Independencia Mexicana, en el que llamó
a emplear todos los medios para “generalizar
la guerra contra el invasor”; en Saltillo,
a partir del 16 de marzo de 1864, publicó
La Acción. Enfermo, se trasladó
a Estados Unidos con su familia. En Nueva York
continuó su defensa de la causa mexicana
en el Herald y en sus colaboraciones para el Mercurio,
de Valparaíso, Chile; la Reforma Pacífica,
de Montevideo; El Comercio y El Nacional, de Lima;
La Nación Argentina, La Tribuna y El Pueblo
de Buenos Aires; El Porvenir, de Caracas; y los
periódicos mexicanos El Noticioso y El
Criterio, de Veracruz, Idea Liberal, de Puebla,
y El Ferro-Carril, de Orizaba. En noviembre de
1867 volvió a la ciudad de México,
fue nuevamente diputado y reasumió la dirección
de El Siglo XIX, de la que su enfermedad lo retiró
el primero de septiembre de 1869. Todavía
presidió el Congreso en noviembre. Murió
el 22 de diciembre y ese mismo día la Cámara
de Diputados acordó que se inscribiera
su nombre en el salón de sesiones. Colaboró
en Hombres ilustres mexicanos, obra aparecida
en 1873-74. Autor de Historia del Congreso Extraordinario
Constituyente de 1856-1857 (2 tt., 1857) y Comentarios
del Tratado de Miramar y dificultades prácticas
para la transformación monárquica
de México (1864). Con sus artículos
se han integrado varias antologías.
Musacchio, Humberto. Gran Diccionario Enciclopédico
de México Visual. Tomo IV, pp. 2221-2222.
México, 1989.
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