INICIO AUTORES BIBLIOTECA CULTURA GEOGRAFÍA HISTORIA WEBOTECA
SECCIONES
01 Autores
Lista alfabética
Lista cronológica
02 Biblioteca
Libros por autor
Bibliografía de referencia
03 Cultura
Artes
Ciencias
Humanidades
04 Geografía
México
Hispanoamérica
Mundo

Mapoteca
05 Historia
Grecia clásica
Roma clásica
Mesoamérica
Edad media
Renacimiento
Edad moderna
Hispanoamérica

Eje del tiempo
06 Humanistas mexicanos
Las generaciones literarias
07 Weboteca
Audioteca
Bibliotecas en línea
Videoteca
Vínculos por autor
Vínculos por temas
08 ¿Quiénes somos?
Estudiantes
Investigadores
09 Publicaciones
Libros
Revistas
10 Seminarios
Antropología
Filosofía
Historia
Letras
Educación superior
11 Ecosofía
Ecología y humanismo
12 Facultad de Filosofía y Letras. UNAM
Aconsectetur adipisici elit
13 Cátedra Alfonso Reyes
Humanista mexicano
14 CIDHEM
HUMANISTAS MEXICANOS

 

HUMANISTAS MEXICANOS



CARLOS DÍAZ DUFOO
Miembro de la Academia Mexicana de la Lengua
Generación 1855

Nació en Veracruz, Ver., el 4 de diciembre de 1861; falleció en México, D.F., el 5 de septiembre de 1941.
Ingresó en la Academia el 15 de mayo de 1935 como numerario; silla que ocupó: VIII (5º).


Periodista, literato y economista. Nació en la ciudad de Veracruz en el año de 1861 y murió en la de México a la edad de 80 años. Desde muy joven se dedicó al periodismo, llegando a alcanzar prestigio nacional. Dirigió de 1901 a 1911 la revista El Economista Mexicano; fue un divulgador de la ciencia económica; sus ideas eran casi impermeables a toda nueva corriente intelectual, razón por la cual ejercieron influencias en los círculos conservadores.
   Escribió cuentos, obras de teatro, varios libros y numerosos artículos sobre asuntos económicos. Entre sus libros deben citarse los siguientes: Limantour; México y los capitales extranjeros, que después publicó con algunas modificaciones bajo el título de Comunismo contra capitalismo; Una victoria financiera; La cuestión del petróleo; La vida económica; y escribió en México, su evolución social, obra dirigida por Justo Sierra, el capítulo sobre la historia de la industria en México. Además es autor de obras de teatro.
   Carlos Díaz Dufoo escribe que dentro del concepto económico, las riquezas no son tales si no se las hace salir de su estado latente; que son riquezas precisamente cuando entran en el mercado, cuando se cambian, cuando circulan. A medida que las diferencias de derechos que dividen a la humanidad -dice en otra parte- parecen disminuir, cuando se ve que las cadenas de nobleza, de casta, de jerarquía necesarias, que durante tanto tiempo han hecho al hombre esclavo del hombre, se rompen y nuevos horizontes de vida mejor aparecen como ideal de justicia y libertad, el verdadero rey, el oro, marca cada día con mayor fuerza el límite de las clases y la supremacía del rico. Al tratar de la moneda, piensa que ésta es una necesidad al servicio de otras necesidades, y que, debido a la intensidad de la vida económica, ha llegado a ocupar el puesto de necesidad suprema.
   Se advierte lo elemental de los conceptos anteriores, que con muy ligeras variantes se encuentran, o, mejor dicho, se encontraban, en cualquier pequeño tratado de economía política. Es un acérrimo defensor de la propiedad privada, de acuerdo con los principios del derecho romano. Para él lo primero y fundamental de la propiedad estriba en la certeza de que el objeto poseído lo será de una manera constante e irrevocable; porque se posee una cosa definitivamente o no se la posee, sin que pueda decirse que es propietario de un bien sobre el cual se tiene hoy derecho y mañana no. La propiedad reclama condiciones de seguridad absoluta a través del tiempo y debe basarse en un derecho estable y definitivo, el jus abutendi de los romanos, principio en el cual se han inspirado todos los legisladores del mundo civilizado. Categóricamente sostiene que reivindicar en provecho del Estado la propiedad privada es acto de injusticia y brutalidad. Esto último lo escribe con referencia al artículo 27 constitucional, que efectivamente, reivindicó la propiedad del subsuelo a favor de la nación. Según el autor, el derecho romano es algo intocable, sagrado, y nadie debe ni puede apartarse de sus principios ni modificarlo en su esencia, sin cometer acto inaudito de herejía. Parece que ignoraba que la vida es cambio perpetuo y un devenir de horizontes ilimitados; parece que ignoraba que no es posible que sólo el derecho romano y su concepto de propiedad privada, sean lo único inmutable en un mundo en que todo es mutable. Asevera que socialmente el régimen de la propiedad debe ser el que mayor masa de producción aporte, pues tan deficiente es el sistema latifundista como el que conduce a la atomización de la propiedad. Parece que el señor Díaz Dufoo no conocía bien la doctrina de la propiedad función-social. De conformidad con ella el propietario tiene la obligación indeclinable de hacer que su propiedad se encuentre subordinada no a su propio interés sino al interés social. El propietario de una extensión determinada de tierra debe explotarla con los mejores procedimientos técnicos para el logro de una mejor producción en cantidad y en calidad. De lo contrario no puede ser propietario, ya que se le considera como funcionario público. El dueño de una huerta si no la trabaja en forma óptima no debe ser su dueño. Y la conclusión a que es necesario llegar estriba en la afirmación de que dentro de los principios del derecho romano es obvio que en muy numerosos casos el interés individual se divorcia del interés social.
Fuente:
Jesús Silva Herzog
Semblanzas de Académicos. Ediciones del Centenario de la Academia Mexicana. México, 1975, 313 pp.

----------------------------------------------------------------------------

Agradecemos el apoyo para la realización de este proyecto de:


FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS. UNAM

 


GOBIERNO DEL ESTADO LIBRE Y SOBERANO DE MORELOS





UNIVERSIDAD VIRTUAL ALFONSINA


 

 

 

© Copyright. Algunos derechos reservados por Matemágica-Universidad Virtual Alfonsina 2007-2008